Es tan fácil dejar de existir, que no entiendo cómo no lo tenemos más presente en nuestras vidas, por qué no perdonamos más y discutimos menos, por qué no olvidamos más y tratamos de comprendernos, si en cualquier momento, una curva fatal, una caída tonta en el baño, un infarto, un tren que no para, un desequilibrado que te mata porque sí, una palabra horrible que tememos oír,puede terminar con todo. La vida puede cambiar en un segundo y casi nunca se presiente, pendemos de un hilo y nos creemos los dueños del planeta.
Perdemos el tiempo en discusiones absurdas que no van a ninguna parte, cuantas ilusiones se quedan en el camino, que fácil es que todo se acabe, puede ocurrirle a cualquiera, en cualquier momento, en cualquier lugar...
Todas las personas que cruzaban la vía del tren para celebrar el solsticio de verano junto al mar , no presintieron que era el final, nadie lo presiente, llevaban a la espalda con ilusión lo que querian quemar en la hoguera, lo que le iban a pedirle a las brujitas, encontraron un final precipitado, no quemaron sus males en el fuego purificador, esta vez no hubo catársis para las almas que no llegaron a la playa en la noche mágica de San Juan.
Por eso deberiamos hacer un esfuerzo cada día e intentar vivir como si fuera el último, como si no hubiera mañana, debemos hacer felices a los demás para serlo nosotros,aceptar las cosas buenas y malas que trae la vida, VIVIR.
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